domingo, 28 de febrero de 2016

Y TEICHELT VOLÓ...

En 1911,  un sastre llamado Teichelt, inventó una capa que permitiría volar como un murciélago.

 Pidió autorización a los propietarios de la torre Eiffel para poder lanzarse desde la misma a modo de prueba. Estos, a pesar de su desagrado, se la concedieron a condición de que obtuviese permiso de la Policia y firmara una renuncia expresa a sus derechos, absolviendo a los propietarios de la torre de toda responsabilidad. 

Increíblemente, la policía dio la autorización. A las ocho en punto de una helada mañana helada del mes de diciembre, Teichelt, acompañado de un puñado de seguidores y fotógrafos de prensa  inmortalizaran su invento, subió hasta el nivel de la primera plataforma, se detuvo en el borde saludando a sus admiradores, y sin más preámbulos, se lanzó confiado hacia la muerte.

Hay veces que la extrema confianza en uno mismo no es precisamente la madre de la prudencia.




BRUJAS

En 1645 se proceso en Madrid a cuatro prostitutas que buscaban clientes mediante conjuros. Fueron acusadas de la muerte de un niño hallado con sus partes vacías y sangrantes, los muslos repletos de cardenales, y tan chupado que parecía consumido pos brujas, según testificaron los cirujanos.

Aunque la capital española fue una de las ciudades más ajenas al fenómeno brujería, no estuvo exento el siglo de oro de una auténtica plaga psíquica, que durante tres siglos, asoló Europa. De 1450 a 1750, más de 300.000 personas, la mayoría mujeres, fueron ejecutadas durante la caza de brujas.

Felipe II asistió al último acto de fe, el 9 de junio de 1591, en la toledana plaza de Zoco-dover. En él adjuntaron de sus delitos de brujería; Olalla Sobrino y Juana la izquierda, junto a otras hechiceras castellanas.


A Catalina Mateo, su confesión le valió 200 azotes y ser instruida en la fe.


La Inquisición toledana obtuvo las confesiones de estas ancianas de El Casar de Talamanca,  a base de tortura.




ALEXANDER GRAHAM BELL

En 1881, Alexander Graham Bell, construyó un localizador de metales para encontrar la bala en el cuerpo del presidente; James Garfield, tras el atentado sufrido. 

El instrumento era practico, aunque no sirvió en esta ocasión. A nadie se le ocurrió quitar los muelles del colchón donde yacía el presidente, interfiriendo el metal en la búsqueda. 

Los métodos poco asépticos empleados al tratar de localizar la bala, provocaron una infección en el cuerpo de Garfield, consiguiendo el fallido objetivo de sus asesinos.

A veces, lo más evidente se nos escapa.

OLA DE MELAZA

En 1919, en la ciudad estadounidense de Boston (Massachussets), veintiuna personas resultaron muertas a consecuencia de una ola de melaza.

Más de 7,5 millones de litros de melaza, con un peso de 13.500 toneladas, almacenados en un depósito del puerto, que se rompió por causas aún sin aclarar, formaron una ola que se elevó a más de quince metros, devorando ocho edificios.

Pocas veces las víctima  de una tragedia fallecen tan dulcemente.

RICHELIEU

Para mantenerse en forma, el cardenal, Richelieu, (1582-1642), primer ministro francés bajo el reinado de Luis XIII, tenía la costumbre de coger carrerilla por algunos pasillos de su mansión y saltar por encima del mobiliario. Una manera casera y no muy protocolaria de hacer ejercicio.

Igualito, igualito, que el pasillo de mi casa.